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CRUZANDO EL PUENTE

RECUERDOS

RECUERDOS

Suele decir el dicho que el Tiempo es un juez inapelable e implacable, en el subconsciente del humano, de toda persona, quedan permanentes guardados los recuerdos, también se suele decir que la dicha de la vida son las añoranzas de los tiempos pasados y no el momento y en la realidad en la cual se vive, no sintiendo el gozo en el instante de la acción fuere cual fuere.

El escritor y moralista francés François de la Rochefoucauld decía; “Que el que vive sin alguna locura no esta sabio como se imagina”

He encontrado en este rincón el refugio de mis confesiones y expresión de mis sentimientos, del sentir de mis alegrías y de mis lamentos, para poder comunicarme con lo demás, necesidad imperiosa de toda persona para no entrar en un pozo de profundidades oscuras de que la mayorías de las veces el difícil aislarse.

Hace poco tiempo, muy poco, han desaparecido dos personas que en cierto modo marcaran una pauta en el comportamiento de nuestra cultura flamenca, y haciendo uso del desahogo que me autorizan el paso de los días, me encontrado en la necesidad de transmitir los sentimientos que en vida sentí hacia ellos.

Dos personas muy distintas, no solo en la edad, aunque los dos jóvenes, sino en el cometido que llevado a cabo ambos.

Dos Hermanas esta callada, en silencio, la Peña Flamenca Juan Talega será siempre un testimonio imperdurable, la que guardará siempre el recuerdo, siendo testigo mudo, de todo aquello que un gran aficionado y gran persona aportó en silencio para engrandecer el sentir, los comportamientos de una forma de expresarse musicalmente, porque Antonio Estévez, fue el hilo musical de la ayuda de todos aquellos que querían expresar toda su sensibilidad con el Cante, el Toque o el Baile.
El Pueblo Nazareno seguirá callado, el paso de los días, los meses y los años no podrán nunca desvirtuar ni permutar los hechos acontecidos, la historia del flamenco en Dos Hermanas ya esta escrita, el tiempo es un juez inapelable e implacable, en los más profundo de todos aquellos que lo conocieron y lo trataron existirá su recuerdo, sin algarabías, sin voces estentóreas, en la sencillez de la emocionada añoranza de su persona.
Su recorrer como un trotamundo por todas las callejuelas, plazas y rincones del mundo flamenco han creado un cúmulo de grandes recuerdos, la semilla depositada en la besana de la gratitud, pasado el tiempo seguirá floreciendo y muchos recogerán los frutos de lo que él con cariño y esmerado celo sembró.

En otras latitudes de los cielos artísticos aparece un lugar lleno de inquietudes y sentimientos flamencos, hasta tal punto que a Jerez la declaran la Ciudad del Flamenco, y cierto es, ya que posee en lo mas profundo de sus entrañas los comportamientos que ha sabido conservar, no con cierta dificultades, todo su sentir durante un largo proceso histórico. Y es aquí donde hace cuarenta años nació un niño de nombre Fernando Fernández Pantoja que heredó el nombre autístico de su genial padre “Terremoto”.

Fue ya en una agonizante primavera de hace ya diez años y en un lugar lleno de encuentros flamencos donde coincidíamos diariamente, este lugar no era y fue otro que la Taberna de un gran flamenco como es Joselito Lérida situada a la cercana Plaza del Altozano. Y fue aquí donde conocí a Fernandito, si Fernandito para los amigos, lo conocí en profundidad y donde surgió la idea de hacerle una entrevista para un periódico local y que pudo ser el inicio de un libro titulado como la conversación mantenida “Entre Triana y Jerez” donde él seria el protagonista, todo quedó en una ilusión.
Mi enamoramiento por el cante de su padre y mis ancestrales genes jerezanos, fue el lazo de conexión para conocerlo y saber de su sencillez profunda y humilde.
En tiempo pasaba y debido a mi interés, me iba enterando de toda su trayectoria profesional, desde el mismo momento que me encontré ante su persona nunca dudé que llegaría ser un gran cantaor.
Fernandito se nos ha ido en plena y gozosa juventud, cuando el tiempo pase siempre estará en mi memoria aquellas conversaciones amenas, y que una de ellas, con el eco sonoro de su voz, quedó plasmada en los medios técnicos de aquel entonces y que guardaré con gran cariño, el que le tenia y le seguiré teniendo.

Se nos han ido dos grandes personas, pero con su trato en momentos oportunos tuve la gran suerte de tener su amistad, ya que como decía Voltaire “Un instante de felicidad vale que mil años de felicidad” ellos me la dieron.

1 comentario

Francisco Martínez -

Bien Jose Manuel. Esto se va enriqueciendo y nosotros también. Enhorabuena y a seguir.