SUEÑO FLAMENCO
Sentí un murmullo, corrí,
Por callejuelas y plazas
Y en unos de los recodos sentí
La luz de la esperanza.
¿Quizás poeta? ¡No lo sé!
¿Quizás un trotamundos?
Que suele abrir el corazón
A sus amigos más queridos,
Qué me dijeron ¡Ven aquí!
A éste rincón sagrado
Para decir la copla
Con versos rimados,
Entre azulejos de ensueños
Jamás nunca soñados.
En una noche otoñal
Por amigos fui llamado
Para poder pregonar
De Andalucía su cantar.
Ese cantar de Triana.
Ese que no se ha ido.
Ese que dicen perdido.
Ese que siempre estará.
Busco por calles y plazas
En puertas y corrales,
No lo veo, ¿Donde está?
Lo busco y no lo encuentro
En el alma debe de estar.
Sentí un murmullo, corrí,
Por callejuelas y plazas
Y en mi Triana sentí
La luz de mi esperanza.
Y como un trotamundos busqué por todos los rincones, queriendo encontrar el cante, si, rincones de mi tierra, donde su principio es un horizonte de historia y leyenda de una Triana bendita que fue el inicio aglutinador de una música esparcida, sembrada al voleo por las tierras feraces de la cultura ancestral y milenaria del saber estar, entre esteros y rías, entre cumbres de cimas nevadas, en las catedrales mineras de oscuros túneles, veneros de cantares reivindicativos de la pena angustiosa del ser humano que se agarra a la necesidad de la supervivencia expresando su cantar; en las sierras agrestes surcadas por caminos y veredas tortuosas adornadas con la flor de la jara y el romero donde nace el fandango de una Huelva serrana, sentencia del cantar de la pena y la alegría; entre las salinas que se besan con los horizontes azules en un océano que es acariciado por las cantiñas y las alegrías de un pueblo sabedor y conocedor de su historia a través del cante, hecho musical no escrito pero transmitido por el sentimiento apareado de sus mujeres y hombres, que sembraron la semilla de la procreación cultural para que gocemos hasta la eternidad de un saber que no desaparecerá a pesar de unas corrientes atlánticas venidas de un norte frío y helado que llevan en su alma la conquista inquisidora de los ruidos estridentes, principios y orígenes de un barbarismo ancestral, fiel comportamiento de unas actitudes que nunca, con firmeza, nos deben de influenciar, porque poseemos nuestra forma de ser, que si se quiere particularisima, pero así somos y siempre hemos sido, en la que Triana es un punto de referencia magistral, el papel pautado, por la simple circunstancia de haberse hecho asimisma. Dejadme que cante a mi tierra, la tartésica, la fenicia, la romana, la árabe, mezcla y mestizaje, punto de unión de riquezas de una cultura sembrada en un territorio fértil como el limo arcilloso que configuró el triángulo mágico de cante, del cual somos sus herederos.
A TRIANA,
Y sentí el tañido de una guitarra, y escuché un cantar, ese que se lleva en el alma, el que recorre sus calles y plazas.
El que surca los vientos y acaricia el sentir de las entrañas adormecidas en el tálamo de un tiempo pasado.
Y brota la copla de la fuente creativa de sus gentes, gentes que como los pájaros cantores se aparean con el trino timbrado de su música para la conquista ensoñadora de una mocita de nombre Triana.
La que se engalana, se acicala, para que su belleza natural, sea exultante.
¿Será esta desposada, hermosa y joven criatura la madre del cante?
¿Será la que ha sabido recoger esa música ancestral que nos enduenda, habiéndola moldeado en sus fraguas, refrescada con la brisa marinera de su río y nos hace decir quien somos?
Muy cerca, muy cerquita del río, de su río, en sus orillas bañadas por una corriente serena, se escucharon los cantares del barrio mío y con el lamento del dolor de un parto fecundo nació el cante:
Soleá del barrio mío,
La que nos hace llorar
Escuchando este cantar.
Y está la siguriya
La gracia de los tangos
Y la grandeza de la toná.
Tangos de mi Triana
Nacen en la Cava
Perfumados de compás.
Martines y carceleras
Quejio roto, desgarrados
Golpes en el yunque dan.
Flamenquería en sus calles,
Esencia en la memoria,
Frescura en su talle.
Triana es eterna,
Siempre la gloria presente,
Es parto doliente
De flamenquería naciente.
Cava Alta, Cava Baja,
San Jacinto y Altozano,
Castilla, Betis y Puente
Río Grande y corriente.
Pólvora y alfares
En un pasado glorioso
Barro puro en sus tejares.
Triana, madre del cante,
Cuna de cantaores
De artistas con desplante.
El amor es permanente
Como barro en el alfar
Es Triana latente,
Triana, ¡Eterna será!
Memoria del cante ida,
Los sentimientos preñados
En oscuros túneles
De un tiempo sentenciado.
La pena del sentimiento,
La pena del sufrimiento,
Lágrimas, llantos, añoranzas
En ausencia de la falta.
De cantaores que no están,
Tantos que en la memoria
Siempre, siempre estarán.
De Triana el cante se ha ido
A un cielo azul impenitente
Por caminos de verde olivo
Aún ausente está presente.
Gitanos que se fueron
Sin quererse ir.
Gitanos que nos dejaron
Con la pena y el sentir.
El Fillo, la Andonda, la Bilbá,
Siguriyas, martinetes y tonás.
La Gómez, la Josefa
Mujeres de tez morena
Que cantaron por soleá.
¿Dónde está Frasco el Colorao?
Maolillo el Maestro, Manuel Maera,
Curro Pabla y Juan Pelao.
En la Triana de altos cielos
Con Juana la Rinca y Juan Encuero.
¡Cánteme señó Manuel Cagancho!
En la Cava del alto cielo
La siguiriya del Reniego
Que es cabal sentir trianero.
¡Cánteme señó Manuel Cagancho!
Tu cante que es alma presente
En la Triana de altos cielos
En el día a día, aún ausente
De tu cante enamorarme quiero.
El Mogigongo, El Mojoso,
Baile y cante sin fin,
Sudores de fragua, afanosos
Noriega y el Tío Martín.
Triana con su sombra
Da frescura al cante
No parte el alma, la comba
Nace la luz y parte
Un sol radiante que discurre
Como llama luminosa del arte
De Mazaco y Manuel Torre.
Sabor de Triana antigua,
Ya en el tiempo lejana
En el alto cielo, el eco del cante
Siguiriyas y tonás-livianas.
¡Triana !
Jardín de perfumes y aromas.
Cava semilla de la soleá.
En otro jardín de flores
Rosas y claveles están.
El Garfia, Vigil y el Pinea
Cortando tallos de la soleá apolá
Joaquín Costillares, Manolo el de los burros
El Pili, El Pintirropo y Wenceslao,
Jardineros del cante que se nos fueron.
Emilio Abadía, El Sordillo,
Joaquín y Antonio Ballesteros,
Perfil de rosas, barros por tejares cocido
Tallos de cante de Domingo el Alfarero
Resuenan los ecos en el alto cielo.
¡Aún suena en el Zurraque!
Oliver ausente
la Soleá de los alfareros,
Germinó la semilla presente:
El Teta, Antonio el Arenero,
Paco Taranto y Marquez el Zapatero.
¡Que no se vaya el cante!
¡Nunca!
De una Triana ya lejana
Que siga estando presente
En las calles de Triana.
Todo es silencio, sólo roto por algo que no sabemos que es, es un ruido ni sonoro ni armonioso, es un cante moldeado en otras fraguas distintas a la de Triana, es un ruido estridente, que no tiene la frescura de la talla elaborada con la arcilla trianera.
¡No es soleá!
¡Ni siguiriya!
¡Ni toná!
¿Que cante es?
¡No lo sé!
¡Ni ellos lo pueden saber!
Me callo y en la soledad de mi sala y alcoba, solo en compañía de mi triste y apenada conciencia, inseparable compañera, miro en los lejanos y dulces horizontes del cante. Ese cante que algunos, diríamos hasta muchos, dicen que en Triana es un mito.
Luto negro, enlutada
El cante de la siguiriya.
La alegría de los tangos
Es la alegría nunca soñada.
Triana está triste,
De luto negro va vestida,
Porque algunos dicen
Que no tiene ya ni río
Ni puente, ni cante,
Porque el cante se ha ido.
¡Pero es que dicen más!
¿Que dicen?
¡Que nunca lo ha tenido!
¡Eso no puede ser!
¡El que dice eso
Es que no quiere saber!
¡Donde está Triana,
Y el cante hecho bien
¿Mira que si es verdad?
¿Le preguntaremos a los cantaores?
¡Sí, a los cantaores del lugar!
¡Esos que todavía están en el cantar !
¿Dime Paco Taranto?
¿Es que no sabes cantar?
¡No será, que no te dejan
Hacer el cante por soleá!
¡Claro si en Triana has nacido
No nos debe de extrañar!
Es que de Triana no quieren saber, ¿por qué? ¿No será por no tiene la arena blanca y fina de playas y murmullos de olas? ¿No será porque está ausente la brisa marinera de un mar acariciador de luces y claridades salineras? ¿No será porque no tiene montañas agrestes con nieves en sus cumbres? ¿No será porque su río no tiene corriente y no lleva sus suspiros a la mar? ¿No será que su duende se ha ido, ante tanta espera, siendo ignorado, vejado por tanta incomprensión?
Que le pregunten
a Don José Sánchez Bernal
Naranjo florido para nosotros
Naranjito para los demás
Que en el cielo está.
El cante no se ha ido,
ni se irá nunca jamás,
¿Es mentira lo que digo?
¿O es nuestra gran verdad?
Don José Sánchez Bernal,
Naranjo para nosotros,
Naranjito para los demás.
Si algo quieren saber
Se lo pregunten al río
Que hacia Sanlúcar
Corre llevándose los suspiros.
Suspiros de llanto
Corren hacia la mar
Por la corriente del río
Dejándonos sin el cantar.
El cantar de Triana,
El que era mi cantar
El que nunca volverá,
Porque se fue por el río,
Por el río, hacia la mar.
Navego hacia la mar
En un barquito de vela
Haber si puedo encontrar
El cante, que en la mar está.
Brisas y espumas blancas
Busco mi cantar, el de Triana
Haber si lo puedo encontrar.
Me han dicho que aquí está,
De la mano de los suspiros
Por la corriente del río
Navegando hacia la mar.
¿Dónde están los corrales?
¿La bigornia de las fraguas?
¿Los jazmines, el azahar?
¿El olor de la albahaca?
Corren y van por el río,
Envueltos en mis suspiros,
Corriendo van hacia la mar,
¡A la mar océana! Allí van.
Navego en mi velero
y los quiero encontrar.
Pescador de cantes,
De coplas olvidadas
Para traerlas a Triana
Y ser de nuevo cantadas
Cantadas por seguiriyas
Deblas y tonás,
Carceleras y martinetes
Y nuestra simpar soleá
Ya está dicho, y lo dicho, dicho está, me echo mi jaba al hombro y me voy a caminar por los rincones de mi tierra en busca del cantar, ese cantar que me endulza el espíritu, me refresca el alma y me fortalece para seguir queriendo lo que más quiero, como es el cante:
Y A CADIZ
(Le digo)
Entre murmullos de olas,
Pescando estoy en la bahía,
En el horizonte, en la lejanía
Reluce la Tacita de Plata,
Con sus cantes por alegrías.
Entre brisas salineras,
Me viene al recuerdo
Los ecos y voces sonoras
De cantaores que se fueron.
La Perla, Manolo Vargas,
Aurelio Sellés, Pericón
El Flecha, Las Mirris,
Que me hielan el corazón
Y se oye el mirabrás,
Guajiras y milongas,
Cantes de ida y vuelta,
Que irán y no vendrán más.
Y paseo por la muralla y por la Caleta,
Escucho el murmullo de las olas al compás
De los tangos y tientos que en Cádiz se dan,
Con la gracia y el salero de sus gentes,
Gentes de una verdad sin igual.
Y el que no sé ría en Cádiz,
Es que no sabe escuchar
El aire de nuestra tierra
Que vestido de gracia está,
¡Y escuchamos algunos decir
Que aquí no hay gracia ni sal!
Pues quien diga eso:
Es una mentira como una catedral
Porque la gracia y el salero de Cádiz,
Es un templo muy grande,
Donde se dice toda la verdad,
Que las gentes de Cádiz están
Llenas de gracia y de sal.
A SANLÚCAR DE BARRAMEDA
Muy cerca está Sanlúcar,
Cantiñas de mar y río,
Con su cante de la rosa
Un cantar de señorío.
Están diciendo las gentes:
Van a poner un velero
Desde Cádiz a Sanlúcar
Para los cantes ir y venir
Llenos de gracia y salero
Y el cante se quede allí.
No sé dónde ir para escuchar el cantar.
¿Hacia los horizontes de una Huelva marinera?
¿Hacia Málaga, la que dicen Cantaora?
¿Hacia Córdoba la Llana, con su cante por serranas?
¡Ya que estoy en Sanlúcar!
En Jerez me he de quedar,
Estoy muy cerca, muy cerquita
Y podré escuchar todo su cantar.
A JEREZ
Barrio de Jerez: Santiago
Donde se escuchan los cantes
En una noche oscura y larga
Rompiendo el silencio el gallo.
Son las claras del amanecer,
Rompiendo el cante amado;
Con espuelas de plata cabalgan
Jinetes con grito desgarrado,
Apagan las voces y callan.
El cantar es un Terremoto,
La pena y el sentir un lamento,
Cuando el cante esta roto,
Por un Agujeta de sentimiento.
Y suena la guitarra de un Morao
Adornada con arpegios dorados
Con su toque de perfume a gloria
De sus manos un toque enamorado.
Y en la fiesta nacen las bulerias,
Las palmas como una orquesta son
Y a las claritas viene y llega el día
Se ha ido la noche, viene el sol.
Las palmas siguen tocando,
En la fiesta reina la alegría
Están de fiesta, siguen cantando,
El cante, el cante por bulerias.
Soñoliento no me deja ir
El duende del querer,
Para de Santiago partir
Dejando el cante de Jerez.
A MÁLAGA LA CANTAORA
Más al sur quiero ahora
Me dé la brisa marinera,
De la gracia de Algeciras
Y de la Málaga cantaora.
Las olas de su bahía
Son cantes marineros,
Como trémolos de guitarra
De Paco de Lucia.
Puente de playa serena
Que une nuestro cantar
Una costa de sol y arena.
Con mi jaba al hombro
Después de un largo caminar
A Málaga he llegado
Para escuchar otro cantar
Esos que llaman malagueñas
y los quiero escuchar.
Cantes abandolaos
Verdiales y jaberas,
granainas y rondeñas
Son los cantes dorados
Cantes de Juan Breva.
Y están LaTrini y El Canario
Y tantos otros que se fueron:
La Peñaranda y El Perote
Y don Antonio Chacón
Y Rojo El Alpargatero
Que llevaron a Levante
La semilla sembradora,
Sembradores del cante
Naciendo la cartagenera
La grandeza de la taranta
Y la pena de la minera.
A GRANADA
En Granada he de pasear
Para escuchar la granaina
Que es un dulce cantar.
Calles de mi Granada
Es la memoria añorada
De todo nuestro sentir.
Donde el cante asoma
En una ventana sin pretil
Y una voz de albahaca
Fresca como el jazmín
De un gran Mórente
Es la que está aquí.
Sembrador de coplas,
Sembraste una Estrella
Con tu cante viejo y nuevo
Que el sentimiento llena.
A FEDERÍCO GARCIA LORCA
Donde ha nacido ese cante dulce y armonioso de las malagueñas, tarantas, tarantos, granainas, mineras y cartageneras; su origen fecundo fueron los aires de los primigenios fandangos abandolados malagueños: verdiales y bandolás, siendo su precursor un Antonio Ortega Escalona de sobrenombre artístico Juan Breva del que nuestro inmortal Federico le dedicó su poesía engalanada de suspiros y sentimientos del que dijo:
Juan Breva tenía
Cuerpo de gigante
Y voz de niña.
Nada como su trino.
Era la misma
Pena cantando
Detrás de una sonrisa.
Evoca los limonares
De Málaga dormida,
Y hay en su llanto dejo
De sal marina.
Como Homero, cantó
Ciego. Su voz tenía
Algo de mar sin luz
Y naranja exprimida.
El cantar de Federico es su poesía armoniosa y bella, honda que nos llega, que nos llega a lo más profundo de nuestro ser, y hay quien dice que no era flamenco, aquellos que esto dicen no entienden ni saben que el flamenco es nuestro comportamiento de saber estar y el sentir de un pueblo que lleva en lo más hondo de sus entrañas la cultura de sus ancestros milenarios, sedimento poso enriquecedor que ha embellecido nuestra herencia musical.
Federico, querido y amado
Poeta de amor fecundo,
En tu alma generosa llevabas
El cante del pueblo enamorado.
De un cantar que pregonado
A la rosa de los vientos,
Son los llantos, penas y alegrías
De los sufrimientos tolerados.
Tu cante en versos soñados
Con dulzura de tristeza llena,
Cantes de la pena y la alegría
Cantes que fueron moldeados
En la fragua de una larga vida
Al viento un presente soñado
De ilusiones nunca logradas,
Y pensamientos marchitados.
Federico García Lorca,
Poeta de amores queridos,
El cantar está en tu alma,
En un alto cielo amanecido.
Y me voy de Granada por carriles y veredas, con la pena en el alma sentida, al haberte encontrado por sus calles y plazas y haber respirado el perfume de tu poesía reflejada en el espejo del cante de un Sacromonte y un Albaicin, con una Alhambra preñada de duende y el encanto del murmullo del agua clara de sus acariciadoras fuentes como el tañer de guitarras que me han embargado los sentimientos eternos del duende y tu poesía me ha llegado a lo más hondo del ser, tus versos son mis compañeros inseparables, los que me dan aliento para seguir caminando por los senderos y vericuetos del cante.
A MORON Y LA PUEBLA DE CAZALLA
En el horizonte: Sierra Nevada, que acicalada con su manto de armiño blanco se pierde en la lejanía de los caminos de la vega; atravieso la campiña y navego por los mares de verdes olivares salpicados de vides preñadas de uvas dulces que me trasladan en la nube blanca de la ilusión para llegar a tierras moriscas, tierra de cantaores y poetas. Ya diviso la antigua Cazalla de la Frontera de casas encaladas, ya respiro el aire de su cante. A lo lejos el Cerro de las Encarnaciones herido por el blanco de sus caleras del Mauror árabe, hermanamiento de pueblo que han hecho del cante algo sublime donde la luz de la campiña ha parido cantaores y tocaores de hidalga estirpe que se nos fueron:
Miguel Vargas,
Diego del Gastor,
La Niña de la Puebla,
El Niño de Morón,
Y en el cielo esperaba
Joselero gran cantaor.
En el alto cielo están
En compañía de la pintura
De Moreno Galván.
Y aún suena el cante
De nobles moriscos:
Dieguito Clavel
Manuel Gerena
Y Meneses, José.
A MAIRENA Y ALCALÁ
Hacia Mairena y Alcalá camino para escuchar otros cantares, los cantares de mi tierra, que son los míos, porque nadie nos puede arrebatar los sentimientos del cante, del toque y el baile, Santísima Trinidad del flamenco,
Triste y profunda
La soleá de Alcalá
Que nos hace recordar
La verdad del cante,
Del cante de verdad
De Joaquín el de la Paula
El Niño de los Lobitos,
Talega y Antonio Mairena.
Suena el desgarro del cante,
Del cante grande por soleá,
Que corre entre molinos,
Movidos por aguas claras
Del cante grande de Alcalá.
De Triana llegó el cante
Por los caminos de Alcalá
Allí encontró la triste pena
Triana, en su cante por soleá.
Niño de Rafael,
Cantaor en el cielo soñado
Niño de Mairena
Cantaor en el cielo amado
Antonio Mairena
Tu cante consagrado
En nuestra memoria
Estará siempre grabado.
Tu cante fue grande,
Sangraste el cante
Por tus cuatro costados.
Toda tu voz fue cante,
Venero de nuestro cantar
Cante de una gran verdad
Que no podremos olvidar.
A LA ALAMEDA
Desde el Castillo de Alcalá, diviso en la lejanía la Giralda Mora, vigía, celosa guardiana de los encantos de los barrios de una ciudad eterna, esbelta con su silueta de mujer bella, la que resalta su hermosura en el horizonte, abrigada con el manto de un cielo azul celeste y perfumada con el aroma de sus jardines. Hacia Sevilla voy, quiero pasear respirando los aires del cante entre los álamos y las acacias de la Alameda y embriagarme con el recuerdo en compañía de los duendes de insignes cantaores que aún los tenemos presente en nuestra memoria.
A PASTORA
Está el cante vivo
De una gran cantaora,
La oigo desde el cielo,
Escucho la petenera
La petenera del reniego,
Que cantó Pastora.
Tu cante no se ha ido
En otras voces quedan
Cantan tu cante grande
Que no está en el olvido.
Un recuerdo no ido
En el presente guardado
En sabanas de Holanda
Con esmerado mimo.
Tangos, tientos,
Soleares y alegrías
Se oyen en la Alameda
Y su cante por bulerias
Y la grandiosa petenera.
Fue tu cante tan grande
Que las campanas de la Giralda
Callaron para escucharte.
Pastora Pavón Cruz
"Niña de los Peines"
Miel dulce fue tu cante.
Un día Sevilla entera lloró
Cuando un ángel custodio
Tu alma al cielo llevó.
A CARACOL
Tu cante un desgarro.
Tu voz: acero templado.
En campos de nardos,
de cantes sembrados.
Alhelíes y clavellinas,
Rosa y clavel perfumado,
En alamedas mantenidas
Con tu cantar amado.
Suena el eco de tu voz,
Como murmullo de un río
De agua clara: Que son,
Tus cantes siempre míos.
En un día de Febrero,
A los cielos subiste;
Como ángel custodio,
Un mes siempre triste.
Una pena contenida:
Melancólica agonía
De una pena sentida.
Caracol es su nombre
En los altos cielos está
Su embrujo, un siempre
En nosotros se quedará.
Siempre, siempre, hasta
El fin de los tiempos:
¡La Eternidad!
A MANUEL VALLEJO
Quien me iba a decir a mí
Que un día triste de agosto
Un cante precioso iba a subir
Por los senderos al cielo
Y jamás dejar tu cante oír.
Quien me iba a decir a mí
Que gentes interesadas
Quisieron apagar la llama
De tu cante y no poderlo oír.
Así, jamás y nunca fue,
Por que tu cante es eterno
Y siempre estará aquí.
Manuel Vallejo se llama
El que con su cantar
Encendió un cielo grana
Que no pudieron apagar.
En noches y amanecidas
Aún se oyen su granaina
Cante grande su cantar
Con su voz laina y fina.
Un rinconcito quiero
Para ver a su persona
Tallada en bronce negro.
Que lo vea toda Sevilla,
Todo el mundo entero,
Y nunca más lloremos
El cante de sus seguiriyas.
Cuanto será lo que quiero
El ver su persona tallada,
Tallada en bronce negro.
En una mañana muy de temprano, paso el puente viniendo de la Alameda y vuelvo a mi Triana, no camino más, mis fuerzas esta agotadas.
Temprano muy de mañana
Se ha acabado mi caminar
Por toda esta tierra mía
Habiendo escuchado el cantar
De toda mi Andalucía.
En Huelva la Serrana
Córdoba la llana,
Lebrija y Utrera
Por sus caminos no he andado
Pero que importa sí en mi memoria
Sus cantes los tengo grabados.
De Córdoba sus alegrías,
Los fandangos de Lucena,
De su serranía la serrana,
Y un Cayetano Muriel
Con su gracia soberana.
Y un maestro de maestros
Al que le llaman "Fosforito"
Nacido a orillas del Genil
Que tiene nombre de Puente
Y tiene en su alma el sentir
del cantar en el arte nuestro.
Y a Huelva no he de ir,
Son tantos sus fandangos
Que no cabrían aquí
En unos versos rimados
Imposible de decir.
Están los de Almonaster
Los de Paymogo y el Cerro,
Los de Santa Bárbara
Los de Valverde del Camino
Los de Encinasola y Alosno.
En los estilos personales
Imposibles todos de nombrar.
Los del Tío Pedro Maria,
Los de Pérez de Guzmán
Los grandes: Rengel y Rebollo
Paco Isidro y Juan Maria
Y el genial Paco Toronjo.
A Lebrija no quiere ir
Son mis recuerdos sentidos
De amores queridos
Que no quieren estar allí.
Se nos fue Pedro Bacan
A los altos cielos
Que un día lejano ya
Me tocó la Guitarra
Para poder recitar.
Que noche aquella,
Noche estrellada,
Noche de San Pedro,
Su última mirada.
Y de Utrera que voy a decir,
Si están Fernanda y Bernarda
Que están el cielo
Con el cante en su sentir.
Llego a mi Triana
La Triana del alma mía,
Suelto mi jaba
Hasta un nuevo día.
Cuando despierto
Muy de temprano,
En un nuevo amanecer,
No he andado,
No he caminado,
No estoy cansado
Estoy en mi triana
Donde sólo he soñado.
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