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CRUZANDO EL PUENTE

A LUIS CABALLERO POLO Mi ultimo adiós

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La idea de resaltar la figura de Luis Caballero no es nueva, han tenido concurrir una serie de circunstancias y avatares que diríamos hasta íntimos para coincidir en el punto central de los pensamientos para llevar a cabo nuestras pretensiones, que no son ni más ni menos que el resaltar la tarea de su dilatada vida. He tenido el honor de tener cerca a su persona, andando y recorriendo todos los vericuetos de su sentir hondo, confesiones intimas y profundas, que me descubrieron a Luis enfrentándonos a la cruel realidad de su vida con su palabra y con su cante, recopilando todo el saber estar en su alma de poeta; pero el haber estado a la sombra de su amistad no fue lo que él creyó, que fue debido a su edad, ya que fue eternamente joven, se nos ha ido con un sabor dulce como el almíbar de la fruta madura.

Los que cultivamos su amistad, estamos en la obligación de dejar testimonio histórico de la labor realizada en pro del flamenco y el caso insólito que se dio en él: No haber profesionalizado la expresión artística del sentir de un pueblo. Tendríamos que preguntarnos el porqué: ¿ Es que Luis Caballero, al no haber estado inmerso en el mundo profesional del flamenco no se merece la distinción de haber tenido un reconocimiento público en sus últimos momentos? ¿Que ha pasado para que no haya ocurrido? ¿Porque en sus últimos instantes ha estado en soledad? Solo su familia y algunos, muy pocos de los que lo tuvimos siempre en el recuerdo con el trato de su dulce compañía.

Cuanta extrañeza al no presenciar la asistencia de los flamencos, sintiendo una congoja extraña y dolorosa, y más aún cuando en la celebración del Festival de Sevilla celebrado en abarrotado Monasterio de la Cartuja se dijo públicamente cuando llegó la noticia.

Los que tuvimos la suerte de encontrarnos a su vera nos hemos sentidos un poco avergonzados ante esta actitud incomprensible, después vendrán las banales justificaciones.

Vaya mi homenaje a titulo póstumo las transcripción de este escrito, de tantos de los que me encomendó y que fue publicado el periódico sevillano El Correo de Andalucía el Domingo día 21 de Noviembre de 1976.

POR LA ORILLA DEL OFICIO

1948-1949 La posibilidad de realizarme en cualquier sentido profesional, más que anhelo material es un sueño literario.

Siempre por la Orilla del oficio penetro y canto, afortunadamente, en la Europa y por los alrededores de la Alameda, tal vez en una tímida, pero desesperada, urgencia de ganar dinero con mi cante. Ya mucho antes había entablado conversaciones positivas con dos artistas geniales: Manuel Vallejo y Pepe Marchena. Desisto.

 Me quedo en Sevilla y formo pareja con el guitarrista Manolo Carmona, en la Terraza (Cruz del Campo), y llego al extremo, animado por mi hermano político Pepe Aznalcollar, de  –ponerme en cola – en la casa Murillo ¡ La Europa aquella, crisol de la profesionalidad y tamiz de todo el cante! Más, cuando la realidad me asoma al pozo negro del alquiler, al prostíbulo de un arte noble, me limito a aprender de quien sabe y a soñar con la redención de estos compañeros penados, portadores de un mensaje digno de mejor precio, destino y suerte.

AL OTRO LADO DEL ATLÁNTICO

1960 Al iniciarse los festivales, Antonio Mairena me aconseja que cubra el hueco de los cantes de Málaga, Granada y Levante. Por cumplir este deber en cada festival, deber más romántico que mercantilista, me sitúan en un plano de especialización que íntimamente yo rechazo.

 Durante esta década de los 60 colaboro estrechamente con nuestro inolvidable Manolo Alonso Vicedo, en Radio Sevilla, con Pepe Núñez de Castro, Manuel Barrios, Palomino Vacas, Belmonte y tantos y tantos otros que en su momento logramos mucho más que palabras. Imposible de enumerar tantas cosas, pero merece la pena resaltar la creación de una Misa Flamenca en la iglesia florentina del Espíritu Santo. La Federación Internacional de Juventudes Musicales que agrupa cuarenta países con un total de 3.000.000 de asociados, había solicitado esta manifestación del más puro cante de Andalucía para representar a España. Eran las seguiriyas, la soleá, la petenera junto a la tumba de los Medici, los caminos soñadores del Dante, las vírgenes de Donatello, la Primavera de Boticelli, los Cristos de Leonardo. Era también el reconocimiento del mundo que rendía su admiración definitiva por la ancha vereda del más autentico Arte flamenco.

 Cinco meses más tarde volábamos Naranjito y yo con el guitarrista Isidoro Carmona y el Padre Don Federico Pérez de Estudillo a una de las islas más bonitas del mundo: Nuestro amado Puerto Rico. En color y con fondos monumentales sevillanos, la TV Portorriqueña, llevó la Misa Flamenca, el día primero de Navidad, hasta el último rincón de este españolisimo pañuelo de colores anclado en el Caribe. Nos mandaba la Real Academia Española de Bellas Artes.

                 Mi ultimo adiós

Por tus venas corrió la sangre de Federico.

           En los latidos de tu corazón Alberti.

           La sencillez de tu persona en Juan Ramón.

           En la nostalgia de tus años Machado.

           En el cante la maestría de Chacón,

           El bien hacer de nuestro Mairena amado,

          En la gracia y el salero, hasta el mismo Pericón.


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