Blogia
CRUZANDO EL PUENTE

PREGÓN HERMANDAD DEL ROCIO DE AZNÁLCAZAR


DEDICATORIA

Venir a exaltar a la Blanca Paloma
con brisas de marisma en mi cara,
es para mi una satisfacción plena
de cariño y esperanza ilusionada.

Gracias, Real e Ilustrísima Hermandad,
que me dais esta bella oportunidad
de expresar el gran amor que siento
a la Gran Señora que en Almonte está.

Gracias, Muy Noble Hermandad,
Por acordarse de este humilde romero
que con sencillez quiere exaltar
A la Blanca Paloma: Divina Majestad

Gracias romeros de Aználcazar
por ayudarme a pregonar
toda vuestra gloria celestial
que llevareis por los caminos
Hasta poderse ante ella postrar.

Bailar, rezar, cantar la Salve
ante su celestial y glorioso altar
pedirle por todos nosotros
En Pentecostés, un año más.

Tres gracias doy a los romeros
y sea mi pregón Salve rociera
y me ilumine la Gran Señora
con su dulzura divina y morena
¡ Rocío Redentora, guíame!
¡ Ave Maria Gracia plena!

Señoras, señores, autoridades, buenas noches:

Cuando fui solicitado para dar el pregón de la Real, ilustrísima y muy Noble Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de este sencillo pueblo de Aználcazar, enclavado en las estribaciones de nuestro Aljarafe, fronterizo con las tierras marismeñas cerca del resplandor de la Blanca Paloma, que con su manto henchido de esperanza plena, es protector de las ilusiones de los romeros que en un luminoso día del mes de Junio partirán para recorrer carriles y veredas, con sinceridad tendré que decir que sentí en mi interior algo que no podía explicarme, algo que me haría estar más cerca de los amores que profeso hacia una mujer bella, hermosa de cara angelical Madre de Cristo Redentor.

Tal vez mis palabras llenas de gozo no puedan salir de mi boca y queden compartidas entre mi corazón y mi alma. Tengo que hacer un gran esfuerzo para expresar lo que siento; con una mirada al Simpecado que representa toda la ilusión de este pueblo me ayudará a que mis palabras exalte a la Blanca Paloma, Madre de Cristo y Reina de las marismas. Ella hará que mi voz salga de la cárcel de mi corazón y como un piropo transformado en un gran ramo de rosas de fe sea capaz de depositarlo a sus pies.

Salve Reina y Madre,
¡Celestial Señora!
Reina de las marismas
¡ Blanca Paloma!
Dueña de mis lagrimas
¡ Blanca Azucena!
Protectora de gracia llena.


Madre de los rocieros.
¡ Celestial Señora!
Cobijo de este pueblo
¡ Blanca Paloma!
Manto marismeño
¡ Ave Maria Gracia plena!

Gran responsabilidad la de esta noche, cuando ya embriagado por el olor de pinos y jaras, respirando muy hondo en mis adentros el perfume de olor a Rocío que todo lo embarga abre los corazones generosos que guiados por la fe, son rosas y claveles reventones que con sus pétalos contagian con su aroma todo el aire que se respira transformándolo en poesía de amor y cariño fraterno que es el significado y la personalidad propia del buen rociero de Aználcazar.
Porque el ser rociero es algo distinto, algunos no lo entienden o no lo quieren entender, pero de seguro que si buscan en lo más recóndito de su alma, encontrará la fe, luminaria alimentada por el resplandor de esperanza que irradia un Simpecado peregrino: bello portador de las ilusiones de un pueblo.

En un horizonte finito,
en una noche morena,
Pequeño pueblo: bonito,
¡ Aparecen luces!
¡ Despiertan sueños!
Casas de Aználcazar
De gracia divina llenas.

Carril que discurre entre mares de olivares verdes de esperanza y vides que dan un mosto dulce como el largo peregrinar que nos trae en busca de una ilusión de hermanamiento hacia los últimos contornos aljarafeños para encontrarnos en la antesala de la marisma, en un altozano desde donde se divisa el discurrir de un río premonición del Jordán Rociero, casas encaladas con el blanco de la pureza, es Aználcazar, puerta de príncipes y banderías soñadoras que nos hace estar mas cerca de tener el consuelo y la dicha de estar pronto a su lado; Hermandad de Rocío bandera de colores rojos y blancos la que recoge el sentir de peregrinos ilusionados que han de partir para postrarse un año más con sus almas pletóricas de creencias bellas y hermosas.
Real e ilustre Hermandad del Rocío de Aználcazar, aquella que ya en el horizonte triste de la lejanía de los años un hombre sencillo, humilde y creyente que recorriendo las azules veredas de los cielos se postró por última vez a los pies del Pastorcito Divino que en brazos de su celestial Madre y Señora se lo llevó, estando siempre a su lado.

Ignacio Mora Colchero,
peregrino celestial
míranos desde los cielos
y guía a tu Hermandad,
por veredas y caminos
en busca de la verdad,
¡ La verdad!
De una Gran Señora,
Señora y Blanca Paloma
que bajó de los cielos,
y en la marisma está,
esperando que llegue
Aználcazar, tu Hermandad,
la que tu creaste para adorar
la belleza de su alma pura
Blanca limpia y celestial.
Triana fue su madrina
para que, queremos más
entramos en la gloria,
en su ermita, ante su altar
Donde nos vamos a postrar.

¡Vente!
¡ Vente con nosotros!
Desde las alturas un año más.
Ignacio Mora Colchero,
palmas, guitarras y cantes
¡ Con mimo!
Es nuestro rezo.
Es oración del camino
¡ Bendita!
Es rezo divino
¡ Pena!
Es emoción contenida
¡ Alegría!
Es la misa
¡ Amanecida!
Es el Rosario
¡ Fervor!
Es el rociero cantor
que pregona al viento
que está en el camino
En busca del divino amor.
Ignacio Mora Colchero
acompáñanos un año más
Para alcanzar tu gloria celestial.

Es fiesta grande en Aználcazar, faralaes, botos, carretas ornadas con exquisito esmero, chirriar de carriolas, estampidas de cohetes, ajetreos, repiques de campanas, sonidos de cascos sobre la piedra. Todo el conjunto es de tal belleza, que hasta el embargado, por las dudas de la fe, no puede sujetar las riendas de los sentimientos y queda inmerso en todo el entorno, acogido por la tormenta de amor, cariño y solidaridad que desprenden las almas generosas y rocieras de los aznalcaceños.
Aznalcaceños, generosidad, amor y lealtad que todos pregonan al unísono, como un coro de voces timbradas fuera; para que todo el mundo se entere del amor profesado a la Madre de Dios, Reina de las marismas, Celestial Señora, Blanca Paloma que un día voló sobre los cielos azules de vuestro pueblo extendiendo su manto, un manto cobijador de fe y esperanza para colmar las ilusiones de unos hombres, que no queriendo ser menos que otros, han aglutinado todos los sentires, sentimientos y amores hacia la Señora.

Los extraños, atónitos contemplan el espectáculo majestuoso y preguntan: ¿Que es esto? Es Aználcazar, un pueblo noble, sencillo, humilde, honrado y trabajador ¡ Hacia el Rocío parte! ¡ El que quiera venir que venga que encontrará el calor de nuestras gentes!

Silencio que todo calle,
hasta los pájaros posados
en los pinos, olorosos árboles,
que aroman hermosos talles
de peregrinas enamoradas,
de donceles que son Ángeles,
guardianes del Simpecado
Y el vado del Quema se pase.
Jordán rociero, agua bendita,
día glorioso, el paso del vado
Aználcazar hacia la ermita.

Silencio que todo calle,
ni los ruidos hablen,
que aquí está el Quema
y el Simpecado pase
rodeado de romeros
y centuria de Ángeles.

Ha caído la noche sobre Aználcazar, silencio oscuro, sombras, calles solitarias, los pinos, en el pinar, mudos testigos del acontecimiento, lloran con lagrimas perfumadas con sabor a piñón; los pocos que quedan, entristecidos, hacen un hueco con la constancia de la firmeza en las horas del tiempo para poder escapar y unirse en las paradas del camino, donde se encuentra toda la alegría, el amor y la fe aznalcaceña, que corre por las venas de los carriles y caminos polvorientos, para regar con sus lagrimas una Azucena blanca con estambres luminosos que germina cada primavera la fe y el amor entre los hombres.

Ires y venires por el camino de arena y polvo que lleva a los hombres de fe hacia el Rocío. La organización de la acampada tratada con mimo por el Alcalde de carreta, en el centro de la acampada un Simpecado Rojo como los corazones plenos de amor de los romeros, estrella luminosa que hace resplandecer las caras sudorosas y polvorientas de hombres y mujeres de tez morena. El sosiego de la fresca noche reconforta el espíritu y el cansancio del peregrino. El cobijo del Simpecado da fuego al alma del rociero para seguir. Un circulo concéntrico de respeto, en él nace la plegaria y la oración transformada en cante por sevillanas, compases de palmas y rasgueo de guitarras.

Camino sudor y jaleo,
horizonte cielo y marisma,
pinos, jara y romero,
fe la que me ilumina,
¡ Celestial Señora!
¡ Reina del Cielo!
¡ Enciende mi alma de rociero!

Guíame Señora hacer el camino,
¡ Dame tu fe cegadora!
¡ Dame tu fe que ilumina!
Para verte, que eres mi cielo.

Esperanza, alegría y cante,
Emoción contenida, lágrimas.
rezo, lloro y desplante,
caminar pesaroso de almas
De llegar cuanto antes.

¡ Celestial Señora!
¡ Reina del Cielo!
Quiero tu manto cobijador
extendido sobre mi pueblo
y dame toda la fuerza y valor
¡ Para seguir queriéndote!
¡ Cómo te quiero!

La mañana se acerca con paso presuroso, el tamboril como trino de pájaro cantor hace despertar. El cansancio del primer día de camino se ha mitigado, se está más cerca. En un horizonte de tarde primaveral serpentean carretas y carriolas ¡ Jinetes con compostura! ¡ Jacas y corceles con alegres cabriolas despiertan su noble instinto! Son guiados con manos diestras como sabedores de hacer el camino. El sesteo
es corto pero necesario para el avituallamiento, comunión diaria del mediodía que alimenta el espíritu para seguir.
Ya no se divisa Aználcazar, nos adentramos en los carriles bañados por la luminosidad del amarillo fuerte de los girasoles, que atónitos y dejando por un momento su giro natural quedan confundidos ¿ Donde miran? Hacia el Sol bello del Simpecado que anda por el camino polvoriento, nace la duda, lo divino puede más que lo natural, ¡ Quedan estáticos, sus giros son hacia el resplandor que nace y destella de la nube de polvo, incienso imaginario que deja el cajón del Simpecado en su lento caminar.
Ya se presienten los verdes pinos de la marisma. El bautismo con el agua del Quema ha reconfortado las almas, los arroyuelos cortan el curso el signo de respeto para que pasen los peregrinos.

El silencio es roto por el chirriar y los gritos del guiar del boyero, la caravana se corta en los caminos, se paran, se agrupan y siguen, se abren puertas y cancelines; los brocales de los pozos encalados son como luminarias que compiten con el sol brillante de una agonizante primavera.
Las arenas se acercan, el vientesillo de la ya cercana marisma se hace denotar, el aroma de los pinos envuelve al peregrino, todo huele a resina y piñón, el paladar y las gargantas se secan, el pulso se agita a medida que nos acercamos al momento crucial de poner a prueba la fe rociera.
El silencio sepulcral es roto por el mugido de las vacas que pastorean y arrullo de los pájaros, cae hecho pedazos por el ruido sonoro de la caravana, que como saeta que corta el viento ha rasgado la vida rutinaria de los quehaceres cotidianos del campo.
Los pinos majestuosos, altos, esbeltos, desparraman su aroma, perfume de piña dulce ayudados por el viento acariciador marismeño, compiten entre si para asomarse, ríen, lloran con el susurro del aire. La arena caliente por el sol del mediodía ha hecho presencia va a ser la inseparable compañera del peregrino hasta el llegar.
En el horizonte se divisa Mures, pueblo manriqueño de estirpe hidalga, fronterizo marismeño, cuna de boyeros, protocolario, velador infatigable del Rocío esencial.


Cortesía de hermandad
hermanos son los romeros
ante eclesial escalinata
sudor, esfuerzo del boyero
que postra su carreta
Ante el pueblo manriqueño.

Los surcos dejados en los carriles es la huella latente de fe e ilusión de postrarse ante la Celestial Señora. Se abren y cierran cancelines y ante si una inmensidad de pinos que temerosos quedan quietos. Camino de arena, infinita, larga, ancha, pero a la vez, finita, corta y angosta; Las almas salen y brotan de los pechos rocieros, porque la Raya es el Getsemaní, sudor de Calvario, es la fe de Cristo presente, es la fe en su Divina Madre lo que hace caminar. Los pinos enmudecen, ni el viento fresco de la marisma los hacen hablar; mugidos relinchos, chirriar de carretas y carriolas y gritos alterados por la preocupación han roto los silencios permanentes de la Raya.

Raya Real infinita y larga,
Raya Real, pena y gloria,
Camino sudoroso de arena.
Peregrino es el camino
que con tu lento caminar
es todo tu afán y destino,
de poder cuanto antes llegar
para verla y poderte postrar
Ante su cara bella y angelical.

Plegarias rezos y oraciones, unas palmas, un tamboril y una caña, misa mañanera, rosario matutino, camino del polvo y arena de Raya Real, corazones abiertos y desgarrados por la emoción hacen aparecer como gotas de rocío tempranero lagrimas en las mejillas. La orilla del mar de pinos contemplan con quietud el paso de la caravana, orquesta natural dirigida por la sabia batuta de un viento suave, música de tristeza de no poder caminar y acudir a postrarse ante una mujer bella que reina en las marismas.
La arena de la Raya es la prueba de fe, las almas salen aprovechando los pechos abiertos, rajados por la humanidad que brota de ellos como un torrente, salen bellas y limpias como la luz cegadora de la ilusión.
Lo adornos y arambeles de carretas y carriolas se han marchitado dando paso a la belleza de las almas; la nube de polvo donde residen, polvo envolvente que da aliento para poder seguir caminando. Serpiente luminosa de blanca tela que surca los caminos, estela de luz y esperanza que va dejando el Simpecado.
Se llega a Palacio, toda la ilusión se transforma en jolgorio, acompañado de cantares nacidos en las entrañas de nuestra tierra. Las almas descansan al calor de can- delas impenitentes viajeras de las noches del camino.

Palacio de la Condesa
vetusto, viejo, señorial
anochecida venturosa
Aználcazar su Hermandad
la que para en los caminos
hacia el Rocío camina y va,
en busca de una paloma
blanca y pura como la nieve
guapa, bonita y bella
de una carita angelical,
que enamora a los romeros
Con su divina majestad.
En la Raya Real estamos
en nuestro peregrinar
en Palacio descansamos
para poder rezar y adorar
a nuestra gran Señora
que en la ermita está
custodiada por Ángeles
gran corte angelical
los que cantan la salve
con su música celestial

Caminar pausado y lento por senderos y veredas, el aroma a pino verde todo lo envuelve, polvo del camino enjugado por el sudor del peregrino ansioso en llegar, se está cerca de la frontera gloriosa del Aljolí,

Aljolí frontera gloriosa,
paso de sufrida caravana
Aljolí frontera dichosa.

Cuchillos del amanecer
han rota la noche negra,
luz mañanera marismeña
que se apaguen candilejas
que Aználcazar se va a postrar
a la que en la ermita está.

La ermita blanca, blanco resplandor que contrasta con un fondo azul y limpio de una llanura interminable. Dentro, majestuosa, resplandeciente, fulgurante su belleza. Se enmudece, se calla y en el interior un escalofrío que nos llena de emoción. Varales, peana y palio de plata, no oscurecen la luz cegadora de su bella mirada, perfumando el aire de ilusión y de fe.
Aparece un llanto contenido, el tamboril música celestial que hace que palpiten los corazones enamorados. Nace la oración y el rezo hecho cante.

Almas henchidas,
corazones sangrantes,
manos vacías
Para poder tocarte.

Dejadme tocar un varal
Dejadme tocar su manto
Dejadme a sus pies
por quererla tanto
no quiero más llorar
es tanto lo que la quiero
No puedo detener mi llanto.

El Rocío no tiene fronteras
Es todo cielo.
No existen horizontes
es la Gloria del rociero,

Ante tus pies vengo a postrarme
Madre de Cristo Redentor.
Ante tus pies vengo a postrarme
Madre de Cristo él del amor
él que un día crucificaron
Por ser el Hijo de Dios.

Señora no llores más
que aquí está Aználcazar
Que contigo quiere estar.

Ilumina mi camino
Madre venturosa de Dios,
que este es mi destino,
el estar siempre a tu lado
Con tu pastorcito Divino.

Rocío de la mañana
Arena del camino.
Rocío de la mañana
Sustento del peregrino.
Rocío de la mañana
Amor gozoso de llegada.
Rocío de la mañana
Plegaria emocionada.
Reina y Señora del cielo
Rociero de alma agitada.
Quiero estar contigo
de lo tanto que te quiero
Con mi alma desbocada.
Deja que mi alma vuele
Junto a la tuya, iluminada.

Dejadme que cante.
Dejadme que baile.
De mi voz brota una Salve,
de mi pecho un grito hiriente,
un torrente de sangre
y que todo el Rocío calle.

Almas henchidas,
corazones sangrantes,
manos vacías
Para poder tocarte.

Silencio en la marisma,
Que todo calle.
Silencio en la marisma,
Hasta los pájaros.
Silencio en la marisma
Que ya sale.

¡ Ya sale!
La ermita queda sola,
Ya en la calle.
Las campanas tocan a gloria,
Los curas cantan la Salve.

¡ Hermandades filiales!
¡ Gritar a voces!
Que la Señora está delante.
¡ No ves que se bambolea!
¡ No ves que se cae!
¡ No preocuparos hijos!
Que es el sudor hecho sangre,
del almonteño que la lleva
En sus propias carnes.

Sudor del almonteño,
Que no la toque nadie.
Egoísmo contenido,
Amor desprendido.
¡ Rota la cintura!
¡ Por el talle!
Almonteño déjame que la lleve
¡ Negación constante!
Al compás de una Salve.

El Rocío termina, la pena hace presencia, esperar un año más, contar los días.
Vuelta triste y pesarosa, almas gloriosas llenas de amor alimentadas por la fe de cada primavera.

El calor del mediodía está presente,
El Rocío acaba, la pena contenida.
Almas dichosas por una fuerza espiritual
Que lo embarga todo.

Las sevillanas no suenan.
Las palmas están quietas.
El tamboril apagado.
Los Ángeles callan.

Rocío, Rocío, fe permanente.
Rocío, Rocío, eterno, latente,
la Señora queda en la ermita,
Sola, majestuosa y presente.
Pasará un año más y siempre
Seguiré viniendo a verte.

Rocío, amor y cariño,
Madre de los romeros
de esperanza llena,
¡ Ave Maria Gracia plena!
¡ Dejadme que grite al viento!
¡ Viva la Blanca Paloma!
¡ Viva la Reina de las marismas!
¡ Viva la Celestial Señora!
Protectora de Aználcazar.

¡Muchas gracias!


0 comentarios